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Un hombre desalmado
Marcos Rodríguez Leija

De niño fue el más terrible del barrio. En la familia, se ganó el título de "oveja negra" durante la adolescencia. Los estudios jamás le agradaron, mucho menos trabajar. Prefirió ganar el dinero fácil. Se hizo de amigos que le enseñaron a matar. Al cumplir los cuarenta años se había convertido en el hombre más desalmado y perseguido por las autoridades de investigación criminal. Se volvió tan pendenciero a tal grado que asesinó a sus cómplices de crímenes y asaltos. Ya ningún cabecilla de las bandas y pandillas del bajo mundo quisieron tener nexos con él. En su familia, hacía mucho tiempo que lo habían dejado de considerar parte de los de su sangre. Quedó tan sólo en el mundo, y absolutamente nadie lo quería que, una noche, al encontrarse oculto en su madriguera, sentado sobre la cama, vio de frente su sombra reflejada en la pared, y ésta, avergonzada, se levantó y se marchó por la ventana para siempre.

(Del libro Minificciones)

 

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Historias de lo imposible

Minificciones

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Marcos Rodríguez Leija

Cicatriz tiene heridas sangrantes en todo el cuerpo; en los pies, por tanto andar un camino escabroso al que fue orillada desde antes de nacer. Cicatriz así se llama, así le puso su madre, esperanzada en que las llagas un día cerraran, pero nunca le cicatrizaron. La herida más profunda la lleva en el pecho y la más dolorosa en la entrepierna. La primera se la hizo un joven apuesto con el filo de unos labios que prometieron un regreso incumplido, después de partir a la guerra; la segunda, la que se esconde como niña temerosa cada vez que intentan derribar a golpes la puerta de su cuarto, se la hizo el borracho de su padre. Todo a su alrededor es un océano rojo. Desde aquel día, cuando cumplió quince años, la herida no deja de sangrarle.

(Del libro Pequeño abecerdario trágico)

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